miércoles, 17 de octubre de 2012

Aborto o el Derecho de Consciencia

Desechar la vida puede ser un crímen o puede ser una forma de control, de natalidad, de nuestros ingresos en el futuro, una forma de mantener una apariencia en la sociedad, ...una forma errada de amor al pensar que ese niño crecerá siendo fuente de desprecio, crecerá torturado por alguna horrible enfermedad.
La enfermedad está en nuestras mentes, la de la sociedad actual y la de la madre, cuando lo que reina a sus anchas es el miedo. El miedo se viraliza a una velocidad exhorbitante mientras la soledad va abarcando y quemando todo sueño, porque se alimenta de las sombras putrefactas del vacío generado por el desamor. Tenemos expectativas de un amor que nunca llega, necesitamos urgente un cariño, caricias con sustento, y en el momento que más las necesitamos solo prima el sentido de realidad mostrándonos su cara fría y distante, su sentido práctico y desechable...
La lógica de la embarazada queda a medio camino mientras el miedo la paraliza, y los minutos cuentan.
Creer que uno tiene y debe cumplir sus expectativas es un peligro constante. No somos más que humanos, no somos más que alumnos en esta escuela. Equivocarnos, y abortar puede serlo, no es más que parte de la ecuación, una parte necesaria para impulsar un gran cambio o bien puede convertirse en un acto automático y repetitivo.
La tentación, y lamento usar esta palabra tan común en el sentido religioso, que conlleva vivir en este tiempo es la del descarte, nada puede continuar en nuestras manos si no "sirve", si no parece aportarnos valor inmediato. Un bebé de camino al aborto en muchos de estos casos está en el lugar de quien quitará valor, no es útil... no es el hijo que esperamos, especialmente porque su esencia queda pegada a un contexto no deseable. Y tal vez deberíamos contribuir a desvincular esencia de contexto, un trabajo que en mi opinión debe ser de la familia, de la sociedad, ...y de la nueva forma de espiritualidad que querramos construir.
Todos somos y podemos ser la embarazada asustada y sola, es de todos la responsabilidad de aceptar la realidad que estamos construyendo y empezar a cambiarla. Negar la realidad sólo ayuda a que el temor crezca.
 
La genética ha probado no ser determinante, la sociedad también puede tomar otra forma. El aborto es un hecho real que evidencia nuestras vergüenzas personales, familiares, sociales, humanas, y sin embargo no es un hecho rotundo que no podamos abarcar con compasión. Y la compasión implica respeto al tiempo de toma de consciencia de cada uno, comprendiendo cuando es mejor dejar que los hechos sucedan. Es el derecho a la Libertad de Consciencia e implica la inevitabilidad de padecer voluntariamente por la decisiones tomadas.

2 comentarios:

  1. Lo dificil en este caso es ponerse en el lugar del otro.

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