miércoles, 5 de diciembre de 2018

El lado mudo

Expresarse es necesario e inevitable. Poner trabas a nuestra expresión es la mayor fuente de nuestros conflictos.
Estamos en tiempos de sacar todo fuera, es el tiempo del ruido, las palabras rápidas y duras, la música fugaz y reiterativa, las letras en textos casi sin lógica, casi sin emociones, en el borde del significado...
La reflexión y el análisis se vuelven cada vez más escasos, breves, pobres, vamos olvidando su uso mientras pasamos esta tarea a un otro desconocido, en un acto desapegado. Que el otro entienda lo que quiera entender, que le sea suficiente una única y bruta expresión porque después de todo ya no queremos sutilezas ni sentir el peso de aclarar las ideas. Vamos cada vez más lejos en nuestro intento por simplificar.  ¿Será debido a la sobrestimulación y al estrés de los cambios en nuestra rutina que elegimos expresar simple y recibir simple?.
Probablemente como parte de un proceso antes de la telepatía consumada, cuando nuestros filtros internos logren suficiente habilidad y fortaleza. Mientras tanto seguiremos entrenando dentro del bombardeo que nos provoca esta hiper comunicación.