lunes, 25 de febrero de 2019

Les voy a contar algo... Y no es lo que esperan.

Les voy a contar algo, un cuento, una historia, una locura sujeta con pinzas a la cuerda del tender en el patio y bajo el sol...
Me divierte jugar con planteos , perderme hasta cansarme, disolverme en el todo, liberar mi consciencia en la brisa, ver a través de los ojos de un ave, capturar el sentir particular de un gato del barrio, ser mi perro y vivir por unos segundos su sensibilidad única.
Me divierte la sombra, su misma existencia, su concepto, sus posibilidades, sus libertades. La sombra es una broma, la mejor prueba de algo que pretender ser y nunca alcanza a ser lo que admira. La sombra me recuerda al humano, a mí y a vos jugando a interpretar esto o aquello como si lo fuera definitivamente.
Somos sombra acá, ahora y en su mayor parte. Unas bonitas sombras que tienen un pequeño, muy pequeño pero extremadamente profundo secreto. ¿Te lo digo?... Mmm... la sombra no tiene sombra: ni somos lo que sabemos.
Este gusto por lo original no recuerdo cuándo lo encontré, estuvo ahí por derecho y por decreto. Para defender lo que considero el secreto mejor escondido del ser humano: la sombra, el túnel, el camino y el espejo. Las expresiones favoritas de su verdadera identidad, porque su identidad no es asible, ¡no hay foto en su carnet!.
Alguna vez habrás soñado o imaginado a los 4 anteriores. A mí me pasó de soñar con el camino, de relatar un cuento improvisado acerca de un espejo, de haber visualizado conscientemente la experiencia del túnel, de tener muchos recuerdos de momentos de contemplación observando sombras.
Y luego caí en la presión de la vida terrenal, y pasó que mi enorme curiosidad no podía centrarse en profesiones con contornos limitantes..., así que elegí psicología, ¿la ciencia del alma?. Que aunque es obvio que lo diga, en ninguna parte enseña sobre el alma. Buen chiste, pensé.
Una vez fuera del aula, y 20 años después, sigo riendo sola. Pues ya lo sabía, siempre lo supe, al parecer sólo estaba investigando que tanto saben o quieren saber del tema, como sociedad comprometida, los seres humanos.
Es súper simple, de hecho paso a dar mi receta de cómo manifestar siendo alma: jugar a la sombra, disfrutar el túnel, mirar a través del espejo, y transitar el camino... a solas.

Bitácora de un divague bajo la perspectiva de mi consciencia hoy

Es curioso, lo es para mí cuando pienso que alrededor mío el mundo tanto ha cambiado y yo... no tanto.
El mundo a través de mis ojos transcurre en un sentido mientras lo atravieso en otro. ¿Será que fluye a través de mí o yo a través de él?... ¿Tiene sentido está idea, a alguien más le despierta esta certeza intuitiva?.
El viaje que me mueve es en un vehículo inexistente o invisible; el lugar de destino no importa tanto como el viaje, y no llevo equipaje aunque sé que llevo lo necesario. No porto documentos, no sabría decir que edad tengo, ni donde nací ya que puedo ser de cualquier lado. No tengo domicilio fijo, a decir verdad ni siquiera estoy en un sólo lugar.
Quien habla es a quien sigo conociendo. Me sigue sorprendiendo, y es con quien me uno en el lazo de la intuición.
Esta mente, en este cuerpo temporal, es una herramienta bastante pobre para el vasto horizonte; sin embargo es dinámica y moldeable, curiosa, atrevida y creativa.
De algún modo siento que vuelvo a casa a pie desde la otra punta del mapa y a la vez sé que no volveré nunca al mismo punto. Soy un transcurso visto desde este punto de mi consciencia. Pero allá, donde también soy y mis ojos están más abiertos, el transcurso no existe, es a penas un punto.