martes, 9 de junio de 2015

Es tan simple...

La vida de cada uno de nosotros, viviendo o no en ciudades, pequeñas o grandes, ha venido complejizandose y lo seguirá haciendo.
La vida se percibe cada vez más breve. Tantos procedimientos sumados a los pocos que verdaderamente implican subsistir ha hecho que e día no alcance con sus 24 horas y que en consecuencia se ajuste el tiempo en cada parte del mundo hasta volverse artificial coartando el sutil hilo que nos conectaba con la luz del sol...
Como el caso de Chile cuya zona horaria esta tan tensamente forzada que curiosamente lleva la misma hora que Buenos Aires (Argentina) aunque los separen 1.500 kilómetros de asfalto. Y, quien sabe, tal vez sea parte de un experimento como primer paso de un plan (también Chile fue pionero por impulso de Washington en la desarticulación del futuro probable de un pueblo y la instauración de otro con la dictadura de Pinochet).

Me gusta exagerar: hoy en día la realidad supera con creces la ficción. Lo digo porque sé perfectamente que cada palabra abre zurcos por donde se dividen los que se creen amigos y enemigos, y a ambos les digo que esto es un simple ensayo, una maquiavelica provocación para empujarlos donde odian ir, a desidentificarse, descomplejizarse, a liberarse de las capas que a causa de la hipnosis y nuestro rudimentario alcance nos hemos echado encima enquistándonos y volviéndonos manipulables.
No hay predicciones ni pruebas. Ese es el rumbo y el horizonte donde nos estamos embarcando como humanidad.