Si no quieres morir ni vivir torturado por dolorosas enfermedades, te recomiendo que comiences a practicar tu voluntad y elegir mejor lo que llevas a tu boca.
Los lácteos y los cereales como el trigo, centeno, avena, malta, y otros identificables por ser plantas monocotiledóneas, son realmente tóxicos para el ser humano, lo mismo que para los animales de los que nos alimentamos (carne de vaca, pollo y pescado). Y sin embargo comemos ciega y gustosamente estos productos mientras obligamos a los pobres animales a alimentarse de ellos.
Es realmente complicado que entendamos la gravedad y la profundidad del problema, los lácteos y particularmente el trigo han estado a lo largo de la historia presentes en la mesa, usado de mil y una formas, muchos hasta se han convencido que el trigo representa el cuerpo de Cristo... En definitiva, tanto la leche y sus derivados como los cereales han tenido ya demasiada publicidad de entidades que son idealizadas.
No sólo estamos consumiendo veneno para nuestro cuerpo sino elementos que funcionan como drogas dentro de nuestro cuerpo: la proteína de la leche (caseína) se transforma en morfina, mientras que la de los cereales como el trigo (gliadina) termina estimulando los receptores opiáceos en el cerebro... Por ende nuestras emociones fluctúan continuamente y nuestro comportamiento da muestra de ello.
Entonces, siendo que el cuerpo hará lo posible por eliminarlos incluso hasta nuestra muerte, como en los casos de cáncer, y siendo que conllevan el peligro adicional de ser sumamente adictivos, es obvio y suficiente tomar la decisión de alejarlos de nuestras vidas para siempre... Y ojalá lo haga el resto de la humanidad por el resto de las generaciones.
La próxima vez que te prepares para tomar el desayuno mejor busca una fruta.
Esto demuestra la fuerza de las costumbres.
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