domingo, 22 de enero de 2017

Contaminación del Aire

Es notable como la calidad del aire disminuye año a año. De pronto el paisaje desaparece, el filtro es gris.
Las causas son varias, incendios, gases contaminantes de vehículos e industrias, el consumo de cigarrillo, el uso de parrillas y chimeneas a leña, la sequía, el uso de materiales tóxicos volátiles desde la construcciones, la decoración y hasta la cosmética. Algunos podemos olerlos fácilmente, otros no son detectables por su olor.
Claro, nuestra completa forma de vida es principalmente visual. Excepto por la triste niebla gris, la irritación de los ojos, nariz y garganta, la mayoría de los ciudadanos viven inconscientes y despreocupados, y por ende descomprometidos, el día a día laboral y familiar con solo algún paliativo de farmacia de fácil automedicación. Y es que el olfato y luego el gusto son los primeros sentidos en perderse en un hábitat hipertóxico. De hecho hay casos puntuales, como tantos otros en todos los países con falta de regulación, como el de Don Torcuato en Buenos Aires, donde hay una textil y una papelera, ambas contaminantes cancerígenas, la segunda emite permanentemente un olor nauseabundo que  ya casi ninguno de sus habitantes distingue pero que yo he tenido que soportar mientras allí vivía.  Es un hecho muy llamativo la completa falta de leyes protectoras de esta vital substancia gaseosa tan necesaria para la vida: el aire.
Lo que es realmente curioso es la aberración a la que hemos llegado: que se vendan cigarrillos, perfumes, desodorantes, cremas y hasta papel para limpiarse el cuerpo con olores artificiales, intensos, duraderos, invasores del espacio aéreo ajeno, violadores del cuerpo interno del otro... Y, en cambio, se discriminen a las personas con todo el rango de violencia implicada, por sus olores corporales naturales, debidos o no a su particular alimentación, debidos o no a alguna enfermedad, debidos o no al exceso de peso y las temperaturas extremas del cambio climático, debidos o no a la pobreza y escasez hídrica, debidos o no a las costumbres higiénicas de su cultura, debidos o no a la explotación laboral y sus desastrosas condiciones.
Uno debe felizmente dejarse intoxicar por el artificial, no elegido ni necesario perfume y rechazar con distancia y comentarios al inevitable y honesto olor corporal?...
No sólo vivimos en un mundo partido entre los que agregamos valor cultivando el respeto y la convivencia, y los otros, aquellos que alegremente atropellan, abusan, se mofan con la permisividad del consumismo, se burlan del dolor y las diferencias como si fuera eso gracioso o el lema de una nueva campaña.
Saben qué es lo peor?: querer caminar para no contaminar pero eso te mata porque estos Malos Aires te acortan la vida, querer cambiar a un auto eléctrico pero es carisimo, no hay suficiente oferta de ellos y no hay zonas de carga siendo que vivir en la ciudad es igual a vivir en departamentos.
Falta coherencia, insisto, todos escapan cuando un gas se escapa... y no es chiste!.

1 comentario:

  1. Cuando se habla mucho de algo es porque llama la atención, para bien o para mal, por exceso o por defecto. Es así que el respeto, del que mucho se habla, no está en boca de muchos (o de todos) porque haya exceso, sino por la falta del mismo.
    Entonces, si la falta de respeto es el tema, ¿qué haremos al respecto?... me metí en un tema del que no se salir :)
    Cada uno debe tener una definición de respeto (supongo), y mientras no nos pongamos todos de acuerdo no llegará la paz (le robé un poquito a Pappo).
    Saludos.

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