martes, 31 de julio de 2012

Pueblos Originarios o Quien Llegó Primero



Mientras en Europa ya no recuerdan lo que es un indígena y eventualmente realizan viajes a lugares exóticos para cruzarse con uno, aquí en sudamérica, particularmente en la patagonia tanto argentina como chilena el pueblo Mapuche no se da por vencido aún con las burlas de la ley y de los ricos.
La conquista de esta parte del mundo así como en otras partes mató a una incontable cantidad de personas que antes habitaban a su ritmo y conocimiento sólo por el vil deseo de sus pertenencias y de su suelo, un suelo que nunca aprendieron a respetar, jamás supieron conocer y aún siguen sin amar.
El mundo actual, pretenciosamente tecnológico, vergonzosamente descartable, creció creyendo que manteniendo en un rincón a sus ancestros podría dominar la vida y la muerte, y volver definitivamente la naturaleza a su favor y dominio. Los grupos originarios que aún sobreviven no tuvieron la oportunidad de enriquecernos con su sabiduría y con temor se relegaron sólo a defender su cada vez más pequeño rincón, y las personas que nacimos en el mundo artificial nos enfermamos de soberbia, de materialismo, por carecer de valores fundamentales, por haber perdido la conexión con lo natural.
El conflicto parte del recién llegado que en su creencia de superioridad destroza todo lo que encuentra a su paso, en su discurso y sus actos, para construir su nuevo mundo tal como era el que dejó atrás. Sólo aprovecha aquello que se parece a lo que conoce y menosprecia todo lo demás. Pero este conflicto no fue resuelto en la vida de quienes lo originaron y atravesando generaciones ya no queda nadie que pueda reconocer su error.
Los gobiernos sólo buscan aplacar los gritos de reclamo muchas veces con la fuerza, y esto sólo aviva las llamas del rencor. Las ley es ley del hombre, y su medida es la del hombre blanco, el conquistador que no da con justicia sino con dádivas.
Las tierras que la ley de un gobierno les dio perfectamente les son quitadas en los gobiernos siguientes por el simple hecho de lo conveniente que es la venta y el arriendo (alquiler) de tales suelos ya sea para su explotación forestal, minera, hídrica, o turística.
En definitiva, ¿hasta cuando vamos a seguir con este juego maquiavélico en el cual sádicamente nos aprovechamos de los otros sólo porque podemos?, ¿ cuánto tiempo más necesitaremos para darnos cuenta que la riqueza de devolver la dignidad a un pueblo, por lo demás rico en sabiduría ancestral, es la mayor riqueza que todos podremos disfrutar en adelante?.
Escuchemos la tierra y sus historias, reconozcamos el papel que desempeñamos y hagamos el cambio necesario para reparar el abismo que nos separa.

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