jueves, 24 de mayo de 2012

Hogar, donde reside el corazón...



Una situación particularmente no dimensionada, un problema global, es el movimiento de grupos humanos de un país a otro, generando intolerancias donde antes no se notaban, cambios que afectan la economía de los países... no  negativamente en la mayoría de ellos, pero sin embargo un extranjero es un extranjero... para siempre. ¿Qué razón podría haber si somos todos humanos y en esencia libres?.
Cada año que pasa aumenta drásticamente la cantidad de personas que solas o con familia buscan fuera de los límites de su tierra natal un lugar donde establecerse, donde encontrar la esperanza y perspectiva que todos necesitamos para vivir y proyectarnos. Los empuja un sinfín de motivos, los más modernos son la sequía, las inundaciones, erupciones volcánicas, el desempleo, el caro costo de vida y en particular el de los alimentos, la delincuencia y el narcotráfico. El factor común es siempre la visión de un futuro inexistente, la soledad del individualismo y la sed (inculcada) que empuja al materialismo. Sólo hay una salida de emergencia: huir al menos hacia lo desconocido.
El tiempo pasa y no siempre la adaptación llega porque por más que nos esforcemos en hablar como el otro (en muchos casos ni siquiera es necesario por la inmensa cantidad de personas que forman la nueva comunidad de extranjeros), por más que entendamos sus códigos, trabajemos para ellos mientras empezamos muchas veces de cero, son ellos los que ponen la etiqueta definitiva: latino, asiático, centroamericano, africano... Etiquetas sustentadas por la ignorancia y el miedo, porque ambos no han tenido su espacio de presentación previo, porque nos creemos dueños de lo que abarca un país tal como lo hacemos con nuestra casa y sin embargo no podemos elegir quien entra y quien sale de éste... 
Finalmente aparecen las explosiones de xenofobia ante un mínimo conflicto que nada tenía que ver con cuestiones culturales, y es que el respeto o la falta de éste por las normas es independiente de la cultura.
Quien ha viajado da fe del hecho de que hay personas que obran para bien y para mal en cualquier rincón del mundo. Se vuelve fácil ver como las culturas son organismos vivos en crecimiento que se adaptan a los cambios a veces no de la mejor forma, se enferman con vicios que se ven mejor de lejos... No podemos negarlos, no es conveniente resignarnos a los malos hábitos de nuestra cultura, y en mi opinión es un excelente ejercicio salir, tomar aire fresco viajando y estando con amor en otro país. Este ejercicio es saludable no sólo para el que llega sino también para el que es capaz de acercarse al extraño.
Tu casa no es algo físico, tu hogar no sólo es tu familia sanguínea, tu lugar está siempre donde esta tu corazón y él puede estar en más de un lugar o puede cambiar de uno a otro siempre que quieras.
Estemos preparados para un mundo sin límites geográficos ni políticos, entrenemos nuestros ojos para ver detrás de las apariencias.

Un gran abrazo a los chilenos que nos han abierto su corazón desde que llegamos con mi familia. Y ánimo a todo aquél que busca un nuevo inicio.

1 comentario:

  1. Si el mundo fuera justo no tendríamos que plantearnos donde vivir, daría lo mismo, sería lo mismo.
    Lamentablemente a veces es mejor cambiar y buscar el lugar donde tenemos que estar.
    Pero también considero cierto el hecho de que el lugar donde estamos es donde debemos estar, porque en ese camino es donde tenemos que aprender y a quienes afectamos de alguna forma estamso ayudando a que aprendan también.
    Adaptarse, cambiar, desarraigo, todos temas que para algunos son fáciles, para otros difíciles, a algunos afecta directamente, a otros indirectamente, como aquel ser querido que se queda mientras uno se va.
    Al final todo es útil, de todo se aprende.
    Si lo que todos debemos alcanzar es el Amor Perfecto, donde sea que estemos.

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