Hay un tema central que todos deberíamos conocer en detalle y que lejos de pasar de moda es un tema a resaltar por su gran avance en el tiempo sobre las sociedades que se dicen modernas. Ha estado silenciosamente transformando nuestras vidas a todo nivel, no sólo nuestra salud sino también la economía global y eventualmente hasta nuestro comportamiento... Se trata del mayor ataque a la humanidad y en general a toda forma de vida en el planeta: los Biocidas.
Por definición un biocida es una sustancia o producto, mezcla de sustancias, destinado a matar por medio químico y biológico a organismos vivos. Los encontramos a nuestro alrededor por montones, lo cual refleja el gran negocio, las enormes ganancias de sus fabricantes (principalmente laboratorios), en cosméticos, alimentos frescos, envasados y embutidos destinados a personas y animales, detergentes de todo tipo, en las vacunas, medicamentos, en la atención médica (clínicas y hospitales), su horizonte no tiene límites. Bio proviene de vida, la función de los biocidas es matar vida, también pueden llamarse conservante, antibacterial, antiséptico.
El error que nos lleva a confiar en la muerte es la idea que nos han publicitado y nos siguen publicitando sobre la eficiencia del mundo artificial para eliminar todo aquello despreciable supuestamente eliminando la enfermedad, lo que se ve feo, putrefacto y huele mal. A cambio alteran el color, el aroma, la apariencia general, estirando la vida artificialmente o mejor dicho haciendo lucir mejor a la muerte...
Entendamos que Pasteur reconoció al final de su vida que jamás tuvo razón, que su rival Bechamp estaba en lo cierto (aunque muerto y sin la gloria del primero) respecto a que lo importante es el terreno y no la enfermedad, es decir, lo vital es el equilibrio de la vida en su estado natural, las defensas del organismo. Porque si se trata de microorganismos, se trata de la mayor parte de quien somos y de lo que está compuesta la vida en la Tierra.
Dejemos de miedos a lo desconocido y recuperemos la valentía del saber, la curiosidad que nos mueve a entender quienes somos y donde estamos parados. La vida es más de lo que imaginamos, le debemos la vida a los microorganismos, no son ellos los que fomentan la muerte sino nosotros en nuestro intento por superarla arrastrados por la soberbia. Hay un equilibrio perdido, una balanza que contribuimos a desbalancear mientras creamos que podemos subsistir en un laboratorio y no en la naturaleza. Miremos a nuestro alrededor, hay serias enfermedades en franco aumento como el Autismo (desequilibrio en favor de la bacteria Clostridium y el hongo Cándida), el Parkinson (vinculado al virus Borna), Artritis, Fibromialgia, Síndrome de Fatiga Crónica, Síndrome Químico Múltiple (enfermedad severa que agrupa alergias a alimentos y químicos), trastornos psíquicos como Depresión, Trastorno Bipolar, Ansiedad, Esquizofrenia y otros como el Cáncer y el Sindrome de Down (debido a biocidas químicos mayormente), que algunos investigadores se animan a vincular con desequilibrios sistémicos a favor de una bacteria, virus, hongo, u otro microorganismo.
No somos conscientes de ello pero es muy probable que nuestro comportamiento sea dirigido por la inteligencia de estos pequeños seres vivos a costa de nuestra incapacidad por defender a los microorganismos que sí nos respetan y la justa medida de la convivencia entre los benéficos y los "nocivos" (lo son por definición humana). Tal vez se trate de una lección que debemos aprender: no podemos respetarnos a nosotros mismos sin respetar a los demás, eso incluye toda forma de vida.
La realidad es preocupante al menos para el negocio de la salud hospitalaria debido a la alarmante resistencia a los antibióticos, o esperanzadora si cambiamos nuestra perpectiva y torcemos el rumbo teniendo en cuenta que como siempre la naturaleza nos da la solución: los alimentos bióticos como el kéfir y el miso, y las plantas medicinales en general.
Agregaría a la parte final la recomendación del consumo de vitaminas, pero OJO, vitaminas de origen natural, no vitaminas de laboratorio que son muy diferentes.
ResponderEliminarLas primeras fortalecen, las segundas son un engaño.