lunes, 21 de mayo de 2012

La Muerte

Esta es una perspectiva distinta que debe ser fuertemente considerada en los tiempos actuales y que vendrán porque somos más que vida, también somos muerte. Y sin embargo lejos de mantener el valor en el equilibrio, a lo largo de la historia hemos privilegiado la vida y discriminado la muerte, enfocado todo esfuerzo en hacer inmortales a los ricos y eliminar sin rastro a los pobres.
La vida en sí misma es vida-muerte, es regeneración constante. La muerte no es más que parte de una ecuación donde el resultado debe ser el equilibrio aún contra la voluntad humana. La muerte reclama su parte, pone fin a un ciclo de diálogo con la vida y acuerda con ella una transformación... El término de un ciclo maya es muerte y los ciclos en su secuencia son reencarnación, pero la muerte existe en todos los niveles: físico, psíquico y espiritual. Y tal vez, sólo tal vez estemos ahora formando parte de un proceso que involucre los tres niveles, la muerte física es deceso, la psíquica es la locura (la realidad psíquica alejada de la realidad compartida), la espiritual es el ateísmo.
La reencarnación es un hecho comprobable aunque no comprendido en el que somos conducidos como los peces en las corrientes marinas, y más que negar la muerte le da sentido. Lo que verdaderamente nos mata es el olvido, nuestra falta de voluntad y compromiso con la memoria y la esencia que ella construye como identidad. La identidad nos define y nos ubica en el tiempo y el espacio, nos recuerda las herramientas que tenemos, de qué somos capaces para bien y para mal.
Si pudiéramos recordar lo inamovible que es la muerte jamás perderíamos de vista el valor de estar aquí y ahora, presentes, conscientes. La muerte es democrática, les llega a todos, y no debe ser un arma en manos de un ser frío y calculador, quien en su ateísmo y delirio de escapismo cree adelantar la muerte a otros. Y sufrimos, odiamos el dolor, culpamos a la muerte por nuestras pérdidas. Gracias a la sensibilidad somos más que uno, podemos unirnos, pero el dolor es simplemente desconocimiento por falta de fe que da pie a la ilusión de estar y sentirnos solos... Somos felices cada vez que recordamos que estamos conectados con todo, entonces el miedo no tiene lugar y la muerte toma su real tamaño. Entonces la muerte deja de ser detestable y es entendida, un regalo tal como es la vida.
Cada vez que obramos en nombre de la vida o la muerte obramos en la ignorancia, tomamos decisiones que involucran un universo que seguimos sin conocer por completo, y sin embargo creyendo que causamos desequilibrio, no es más que el desequilibrio en la perspectiva de nuestro acotado conocimiento ya que jamás podríamos desequilibrar aquello de lo cual formamos parte.
Continuemos contemplando y maravillándonos con la belleza de la vida-muerte, la materia en todas sus formas y sus ciclos.

1 comentario:

  1. Cuando muere alguien querido para nosotros lo lloramos, al menos en mi caso, porque no lo volveremos a ver en bastante tiempo (supongo que viviré unos cuantos años más) hasta que nos reencontremos en otra vida, o en otra dimensión, aprendiendo cosas nuevas.
    Gracias a que aprendí esto es que el dolor se hace soportable y solo resta vivir, aprender y evolucionar para reencontrarnos nuevamente.

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